martes, 27 de noviembre de 2007

LA VOLUNTAD HUMANA

La voluntad se presenta como una actividad abstracta, intelectual, del hombre, que se concreta esencialmente en la toma de una decisión, que constituye su fase más propia.En la filosofía medieval, el tema de la relación que debe establecerse entre la voluntad, la inteligencia, y la razón, se encontró sumamente afectado por los enfoques de la teología; aunque de todos modos los filósofos cristianos estuvieron guiados muy fuertemente por las ideas de Platón y sobre todo de Aristóteles.Las concepciones de Santo Tomás de Aquino acerca de la voluntad se asentaron sobre las de Aristóteles; sosteniendo que la voluntad del hombre es una facultad estrictamente ajena a la necesidad, y que ella es una manifestación del libre albedrío (Ver La libertad), y que la voluntad es en el hombre una potencia superior a las potencias irascibles y concupiscibles. La inteligencia es motora de la voluntad por medio de objetos, y la voluntad es motora de sí misma en consideración al fin propuesto; por lo que la denomina apetito intelectual.En la filosofía moderna, existen en cuanto al tema de la voluntad una tendencia racionalista cuyos principales representantes son Renato Descartes (1596-1650) y Gottfried Wilhelm Leibnitz (1646-1716); y una tendencia empirista cuyos más destacados representantes son Thomas Hobbes (1588-1679) y David Hume (1711-1766).Para Descartes, decididamente voluntarista, la voluntad es la facultad de asentir o de negar el juicio de modo que todo acto intelectual es un acto de voluntad. Leibnitz se opone a ese concepto, y considera que la voluntad tiende a lo reconocido como bueno por el pensamiento, por lo cual solamente puede quererse lo que se percibe por el intelecto. En ese sentido, algunos señalan que el acto de voluntad quiere lo que es juzgado como bueno por el entendimiento, independientemente de que en un plano externo al sujeto volitivo su volición sea moralmente negativa.Para los empiristas, no hay un apetito racional, sino que la voluntad vale en sí misma como inicio de la acción. Para ellos, los actos voluntarios no son racionales ni intelectuales, sino acción pura; no encuentran sentido en pensar que hay un acto de voluntad independiente de la existencia empírica de la acción correspondiente.Emmanuel Kant (1724-1804) resaltó el contenido moral de la voluntad, mencionando el concepto de la buena voluntad que posee en sí un valor absoluto, en forma independiente de sus resultados.


Gracias a http://www.liceodigital.com y a las enseñanzas del Profesor Luis Eguiguren Callirgos, catedrático de la Universidad de Piura (UDEP)